LAS MUJERES SIRVEN

El líder bíblico "no es quien manda sino quien sirve" no es quien produce más como entienden en el mundo, sino quien deja obrar a Dios a través de su vida. Es mejor servir a Dios nuestro señor como siervo, y no como líder, pues al servir a Dios como siervo, siempre estarás pendiente de lo que quiere tu señor, estarás gozoso por servirle, por que como siervo conoces a tu señor y antes de hacer las cosas piensas en como le vas a agradar a Dios, y no como vas agradar a las personas, y de esta manera glorificas a Dios y no a ti mismo. Como decía Juan el Bautista "...es necesario que yo mengüe y que el crezca..."

El líder bíblico es aquel que sirve a otros, por eso debe estar debajo y no sobre la gente para no aplastarlos, sino que debe sostenerlos. Jesús dijo: ...el mayor entre vosotros será vuestro servidor... no os hagáis tesoros en la tierra... haceos mas bien tesoros en el cielo... y Pablo escribió: nadie tenga mas alto concepto de si... si no piense de si con cordura conforme a la fe que Dios le ha dado... el líder cristiano, contrariamente al concepto secular, es alguien que sirve, que ayuda, que guía... sin hacer acepción de personas y sin esperar recompensa humana, pero anhelando fervientemente la recompensa de su señor. Los que han sido puestos por Dios en algún cargo de responsabilidad en la iglesia, deben recordar que están allí para servir.

El término liderazgo no es bíblico, Jesús sólo formó siervos, los cuales no se proclaman a si mismos, porque sólo honran a su amo, es decir, Dios. Los líderes existen en el mundo y en organizaciones eclesiásticas institucionalizadas, en la iglesia hay siervos no líderes.

A partir de ahora voy a hablar de siervos, no de líderes.

Características del siervo maduro

Muchos quieren servir a Dios, pero pocos están dispuestos a esforzarse en cumplir su labor con madurez. El siervo llamado a ministrar a otros debe ser capaz de desempeñar todas las tareas en obediencia a principios bíblicos, desde una perspectiva cristo céntrica y en la realidad del poder espiritual. Esto no es un trabajo para niños sino para personas adultas, tanto física como espiritualmente.

Podemos mencionar algunas características deseables en aquellos que pretenden ser siervos maduros, genuinamente espirituales:

1. Amor incondicional. No hay nada que un individuo haya hecho o llegue a hacer que pueda causar que un siervo maduro deje de amarlo. Tal vez no esté de acuerdo con sus acciones, pero lo amará como persona y hará todo lo posible para su edificación (1 Co 13:1-8).

2. Disponibilidad. El siervo cristiano maduro pone sacrificialmente su tiempo, energía, puntos de vista y posesiones a disposición del grupo (Hch. 2:43-47).

3. Vulnerabilidad y confiabilidad. La madurez requiere que el siervo cristiano sea una persona abierta, que pueda compartir sus sentimientos y luchas, sus gozos y tristezas de una manera honesta con otra gente, en especial el grupo más próximo a él, y que no encierre todo en sí mismo (Ef. 4:25; Stg. 5:16; 1 Jn. 1:5-7). Asimismo, debe responsabilizarse de hablar la verdad en amor (Ef. 4:15).

4. Apertura. El siervo maduro está dispuesto a escuchar a otros, a realizar un examen de las costumbres y tradiciones, a recibir y evaluar nuevas ideas, y poner en práctica aquellas que sean más convenientes; además, es sensible a lo que sucede a su alrededor y sabe analizar las características de su entorno.

5. Responsabilidad. El siervo espiritual maduro asume seriamente su rol en el crecimiento de otros. Se hace responsable ante Dios y la iglesia de cumplir fielmente la tarea que le ha sido encomendada.

6. Autoridad espiritual. Un siervo cristiano se somete voluntariamente a la autoridad congregacional legítima. Si bien reconoce los errores que se cometen, confía en que Dios hace su voluntad en la congregación, de tal manera que en el cuerpo reinen la unidad, la armonía y la estabilidad (Ef. 4:11-16).

7. Integridad. Un siervo cristiano es una persona honesta, que cumple sus promesas.

Los numerosos pasajes que tratan del servicio espiritual nos dan a una serie de conclusiones, resumidas de la siguiente manera:

  • El servicio espiritual está inseparablemente ligado a dones espirituales identificables y a un claro llamado de Dios a ocupar posiciones distintivas.

  • El servicio cristiano consiste en una actitud según el modelo de Jesucristo mismo.

  • El servicio espiritual pone especial énfasis en que la gente se involucre activamente en las actividades, motivando, y se opone a la tiranía y a las técnicas autoritarias.

  • El servicio espiritual siempre incluye la responsabilidad de enseñar y nutrir a aquellos a quienes se está guiando.

  • El servicio espiritual requiere una actitud de humildad y mansedumbre, sin confundir esta última con indecisión.

  • No se alcanza la madurez en un día y, tampoco, dejando que simplemente pasen los años.

  • Necesitamos reconocer los rasgos que la constituyen y moldear nuestra conducta en esa dirección.

¿Cuál es mi carácter como sierva?

Ocho preguntas para responder - 1 Timoteo 3

En 1 Timoteo 3 el apóstol Pablo nos indica los esfuerzos mínimos a realizar y las cualidades de carácter que se deben tener para el liderazgo de iglesia. Pero existen otras características, a menudo pasadas por alto, que comparten los líderes de iglesia efectivos. He aquí ocho de estas características, por medio de las cuales podemos evaluar nuestro servicio en la iglesia:

1. ¿Puedo manejar información correctamente? La información es poder. Alguien que está en condiciones de ejercer un servicio de responsabilidad en la iglesia, manejará la información como si estuviera conduciendo un camión lleno de explosivos. ¿Se te puede confiar una información confidencial?

2. ¿Puedo aplazar un juicio? Las personas que hacen juicios a la ligera no son siervos responsables de la iglesia efectivos. ¿Puedes contener las primeras reacciones y tomar decisiones en base a argumentos y evidencia sólidos?

3. ¿Estoy dispuesta a ser dirigida por Dios? Los siervos necesitan escucharse unos a otros, pero más importante aún, necesitan poder escuchar la voz de Dios. ¿Estás dispuesta a obedecer?

4. ¿Puedo enfrentarme a otros de manera apropiada? A nadie le gusta el conflicto. Pero a veces es necesario enfrentar los problemas. La ira desenfrenada, el engaño descarado, las palabras hirientes son algunas de las cosas que demandan un desafío de amor. Los dos extremos son: evitar el conflicto o actuar como el exterminador. ¿En qué punto de la línea te encuentras tu?

5. ¿Tengo miras amplias? La tradición de la iglesia da vida; pero el tradicionalismo amenaza la vida. La comodidad de lo familiar también puede sofocar el avance de la iglesia. ¿Crees que los mejores días de tu iglesia han quedado atrás? ¿Eres optimista en cuanto al futuro de la misma?

6. ¿Tengo un temperamento de «sí, puedo»? ¿Eres servicial? Pareciera que algunas personas tienen la «bendición» del pesimismo. Las personas con una actitud de «sí, puedo» son diferentes. En vez de decir: « ¿Por qué nosotros?» como su primera respuesta, dicen « ¿Por qué no?» ¿Cómo respondes tu cuando se te pide colaboración?

7. ¿Estoy dispuesta a asumir mi parte de culpa? Los siervos maduros asumen la responsabilidad por sus pecados. Son humanos, y lo saben. No son como aquella persona que dijo: «La única vez que estuve equivocado fue cuando pensé que lo estaba». ¿Cuándo fue la última vez que reconociste que habías cometido un error y pediste perdón»?

8. ¿Tengo la paciencia de Job? En la iglesia, lograr que se hagan las cosas siempre toma más tiempo del que pensamos. Siempre hay un comité más u otra asamblea de la congregación en las que se tenga que presentar la propuesta que haces. ¿Aceptas que poder materializar tus proyectos o ideas lleva su tiempo?

« ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que llevan vestiduras delicadas, en las casas de los reyes están. Pero, ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta... Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el bautista» (Mt. 11:7-11).